Los adventistas creemos en la trinidad de tres personas - el padre, del hijo y del espíritu santo - forman un solo dios. Ellos hicieron posible la salvación cuando Jesús, el hijo, vino a la tierra como un bebé en belén y vivió una vida sin pecado, de conformidad con la voluntad del padre. Cuando Jesús fue crucificado por los pecados de los pueblos del mundo y se levantó de entre los muertos al tercer día, la victoria fue ganada para todos.
Cuando regresó al cielo después de la resurrección, Jesús se fue, pero en su lugar vino el espíritu santo para servir como nuestro consolador y consejero. Prometió volver a la tierra por segunda vez para completar su plan de salvación y llevar a su pueblo al cielo. Los adventistas se encuentran entre los creyentes que esperan ese día.
Los adventistas creemos que dios se preocupa por la calidad de la vida humana, y que todo - la manera en que vivimos, comemos, hablamos, pensamos, tratamos unos a otros, y el cuidado del mundo que nos rodea - es una parte de su plan. Nuestras familias, nuestros hijos, nuestros trabajos, nuestros talentos y nuestro tiempo son muy importantes para él.